En clase nos tocó a Esther y a mi tratar el tema:
-Alumno que no deja al profesor trabajar y desarrollar la clase con normalidad e impide a los alumnos que atiendan las enseñanzas.
Abordar la problemática de estos alumnos disruptivos desde el enfoque de la disciplina es una reducción que no ayuda a solucionar el problema, aunque en el corto plazo nos sirva para quitarnos de en medio a un alumno concreto.
Como decía mi abuela, “muerto el perro, se acabó la rabia” pero tras una expulsión de clase, incluso del centro educativo, ese alumno volverá al aula con mayores, si cabe, ganas de seguir molestando, entrando en un bucle que no se acaba. La expulsión tiene muchos beneficios secundarios para los alumnos y también para los profesores.
En los últimos años, han aparecido numerosas iniciativas encaminadas a abordar la convivencia en el aula de una forma más sistémica y, sobre todo, a solucionar los problemas de disciplina desde enfoques no sancionadores. La mera imposición de sanciones, por sí sola, no resuelve el problema de convivencia en las aulas aunque sea la opción mayoritaria que usamos los profesores. Como decía, iniciativas como la mediación escolar, la resolución de conflictos entre iguales, las aulas de convivencia y otras muchas, dan fe de que existen formas alternativas para abordar este problema.
El denominador común de estas iniciativas suele ser la implicación activa de alumnos y profesores, en la resolución de los conflictos en el centro, con formas alternativas de abordar los problemas.
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